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martes, 13 de marzo de 2012

LA VELA 27 DE SEPTIMEMBRE 2006 SAN JERÓNIMO DOCTOR DE CIUDAD IXTEPEC



En el rosario de fiestas que tienen las comunidades de Oaxaca, tal vez las “Velas” del istmo son de las más conocidas. Aquioaxaca fue invitado por la familia Arellanes-Cansino para participar en una de las Velas del Santo Patrón del pueblo.


En esta ocasión la señorita María de los Ángeles Caba Viveros muy amablemente nos describió esta maravillosa fiesta que aquí les presentamos, como parte de la riqueza cultural del estado de Oaxaca.


“Las festividades son en honor del Santo Patrón de Ciudad Ixtepec, que es San Jerónimo Doctor. Doctor en filosofía y letras, pues es quien tradujo la Biblia del griego al latín.


Las festividades inician desde el 22 de agosto, cuando lo bajan de la “urna” a pasearlo por las principales calles del pueblo. Ese día se hace una fiesta en la que participa parte del pueblo. Se le realiza una novena de rezos, que son hasta el día 31 de agosto.



El 31 de agosto se realiza una “Calenda” que en zapoteco se dice “Shibeuo” que significa “la entrada del mes”. Aquí también va todo el pueblo a la casa de los mayordomos. Ellos son los responsables de realizar todas las actividades durante todo el mes de septiembre, hasta el 3 de octubre que lo regresan a su urna.

Cuando la calenda llega a la iglesia las campanas se echan a vuelo y coronan a San Jerónimo, que ya está en el altar principal. El día 22 de septiembre se realiza una nueva “novena”, que concluye el día 29 de septiembre, que es el día del recorrido del desfile. En él participan las representantes y las reinas de todas las “Velas”.



Inicialmente la única “Vela” que existía en Ixtepec era la del 29 de septiembre, la que le llaman “la Vela del pueblo”. Pero después se creó la “Vela” llamada “27 de septiembre” o “Vela San Jerónimo”, que la integraron las personas más “rimbombantes” de Ixtepec. Tiempo después se creó la “Vela Ixtepecana” que se realiza el 25 de septiembre.

Otra “Vela” fue la “Diyaza” que en zapoteco quiere decir “Vela del pueblo” y esa se realiza el 23 de septiembre. De esa “Vela” devino otra el 21 de septiembre, que por estar integrada por profesionistas que trabajan durante la semana, se tiene que realizar el sábado más cercano al 21 para que puedan descansar el domingo. Todas estas “Velas” le antecede una Calenda.






Todas las “Velas” están integradas por “mayordomos”. Hace 18 años eran dos “mayordomos”, uno el que realizaba “la labrada de cera”, que consiste en la elaboración de todas las velas que se utilizan en las fiestas. Para ello se crea un comité con las muchachas del pueblo y cuelgan los pabilos en uno aros y cada chica la va vaciando la cera sobre los pabilos, en los aros cuelgan flores naturales que luego les reglan a todos los participantes.

Primero van a una misa a la iglesia los “mayordomos” con la “madrina de aro” que es la chica que preside la realización de las velas, esto es la primera o segunda semana de abril y llevan la cera virgen para que la bendiga el padre.

Todas las muchachas llevan sus trajes regionales y hay comida, bebida y música. Pero después alguien decidió que podía asumir toda “la responsabilidad” y un solo “mayordomo” asume la “la labrada de cera” hasta concluir las festividades de San Jerónimo. 

Es una fiesta preciosa. La “madrina de aros” y las muchachas llevan regalos para repartir a la concurrencia. Una vez que ya quedan elaboradas las velas las guardan en unos baúles hechos ex profeso para el patrón.



Así que año con año se va acumulando la vestimenta que el “mayordomo” le obsequia a San Jerónimo, así como el arreglo de los altares, las cortinas y todo lo que se da para la iglesia. Todas las muchachas van a la casa de la “capitana” o de la “madrina de las velas” a comer y regresan a la casa de los “mayordomos” para descolgar la velas y guardarlas en los baúles.   


El 22 de agosto es “la bajada del Patrón”, el 31 de agosto es la calenda y después, la primera semana que antecede a todas las velas se inicia un viernes con la calenda de la vela “diyasa”, el 22 de septiembre la segunda calenda de la vela “diyasa” y la vela el 23, el 24 otra calenda y el 25 otra vela, el 26 de septiembre otra calenda y otra vela y el 28 de septiembre es la vela principal, la “Vela del pueblo”.


En esta calenda participan todos los mayordomos y todas las madrinas de las calendas. El 29 de septiembre es el “desfile o convite” en donde participan los mayordomos que encabezan las festividades, ellos son los principales. Las primeras Velas tienen mayordomo, tiene mesa directiva y madrina de bailes, y las del 25 y 27 de septiembre, esas Velas tienen reinas.


El 29 la preside la reina del pueblo, que es coronada el 15 de septiembre en la noche, después de la realización de “La Ceremonia del Grito”. El 30 la “madrina de toros” los lleva a tomar agua al río y hay una fiesta que le llaman “regada de frutas”.



El 30 de septiembre es el día principal, pues es la fecha del festejo a San Jerónimo. Ese día la primera misa se realiza a las 5 de la mañana, esa es la misa “del pueblo” y después siguen las otras misas de las Velas y a las 12 del día es la misa de la Vela 27, que es una de las Velas más antiguas, este año cumplen 49 años de celebrarse interrumpidamente.


La Vela del 29 de septiembre cumple 101 años. Las “sociedades” realizan los festejos o “lavadas de ollas” como se les conoce. Se realizan en “enramadas” o en algún centro social. El día primero y dos de octubre se hace un “jaripeo”, que nada más juegan con los toros, no son toros de lidia, son toros de montar y que participan gente de Cheguigo, que en zapoteco quiere decir “del otro lado del río”. 


Para este día hay una “madrina” de toros, que ella premia con un listón a los valientes que se dedican a montar a los toros y se acompaña la fiesta con una banda de música.




El 3 de octubre concluyen las festividades. Se le lleva mañanitas al Santo Patrón, porque ya lo van a subir a su “urna” y nuevamente se realiza una misa a las 10 de la mañana. Sacan a pasear al Santo por las calles con el acorde de la banda, como se hizo el 22 de agosto. Finalmente se le sube a



Las sociedades, curiosamente están constituidas en su mayoría por mujeres, ellas son las que toman todo tipo de decisiones. Están integradas por: presidenta, secretaria, tesorera y ellas designar a 10 o 12 vocales, dependiendo de la cantidad de gente que ellas requieran.


Ahí sí, ya pueden ser hombres o mujeres, pero en su mayoría son mujeres. Ellas son las que se abocan a la realización de todos los compromisos, como es, para la preparación de la calenda: la compra de cohetes, faroles y de tamales, porque hay que darle de comer a toda la gente que las acompaña en la calenda.

Ellas buscan a “las madrinas de calenda”, estas personas invitan a otras para que integren un contingente. También preparan bebidas como “la mistela”, que es alcohol con refresco y un “encurtido de frutas” como de nanches, mangos o ciruelas. Esta bebida es la que le reparten todas las personas que van cantando y bailando en las calendas.



La sociedad de la Vela 27, que es una de las más antiguas y mejor organizadas, consta de unas 180 socias y otras pueden llegar a unas 250 personas. Por cada socia está integrada toda su familia. Cada socia tiene que cooperar un donativo que les designe, que puede ser de 400 pesos, lo que les da derecho a una entrada a la fiesta y una “mesa”.



Antes de que hubiera Velas, se hacían bailes comunes. No se organizaban ni daban cuotas. Estas fiestas es una herencia que se va dando por tradición de generación en generación, es algo que ya llevamos intrínsico en nosotros. Forma parte de nuestra forma de vivir y son las Velas una parte muy importante de nuestro calendario festivo, pues hay otras fechas en el año, pero las Velas son las principales. La gente joven participa, que ya son los nietos o bisnietos de los fundadores de las Velas y que por cariño participan en la tradición. Se nos ha enseñada, desde pequeños, a quererlas y continuar con ellas.



Lo que ha cambiado un poco es la forma de vestir de los muchachos. Ahora ya no se preocupan por mantener la tradición y conservar el atuendo. Por ejemplo, inicialmente el hombre iba vestido de ropa blanca y negra. La camisa blanca y el pantalón negro. Ahora los muchachos van de tenis y ropa casual.


El traje regional de las muchachas consta de un huipil, lo que significa la blusa. A la falda se le llama enagua y debajo de la enagua se lleva un holán, es decir, una tela de encaje blanca, que tiene que ser previamente almidonada y planchada de una manera única.






Debajo de la enagua se lleva un “refajo”, que es de tela de algodón o “tira bordada” como también se le llama. El resplandor o “huipil grande” se utiliza en los paseos o las peregrinaciones para cubrirse del sol y significa que cuando se tiene que entrar a la iglesia, se tiene que voltear y el “resplandor” tiene un círculo, que es la forma de la cara.


Por respeto, para entrar al templo, se debe voltear el “resplandor” y ponerse el círculo alrededor de la cara, lo que significa entrar a la iglesia con mucho respeto y mucho fervor. Y el recorrido por las calles se hace con el resplandor en la forma “ancha”, es decir, extendido hacia atrás.






Así es como debe usarse el “resplandor” y también para el traje de gala existe un “fleco”. Es una prenda muy valiosa, que inclusive, se le dan baños de oro. A la forma de colgarse se le dice de “gusano” y se le lleva sobre los hombros.


Las joyas que llevan las mujeres es parte importante de su atuendo. En el istmo tenemos una añeja tradición de virtuosos orfebres y joyeros. Sin embargo, por las circunstancias sociales en las que hoy vivimos, ya no se utilizan alhajas de oro.







Con anterioridad, las joyas se iban pasando de generación en generación y es el patrimonio familiar. Actualmente se usan copias de esas joyas por seguridad.



Existen varias versiones sobre el origen del nombre de “Velas” a estas fiestas. Una dice que las velas de los barcos se usaban como toldos, para cubrirse de la lluvia a los cuales se les llama “telones”. La otra versión es que la palabra “Vela”, viene de “veladas”, es decir, fiestas que se realizan por las noches.






Y la ultima es por la realización de las velas, que se van a utilizar para las fiestas del Santo patrón que se elaboran en las fiestas de abril. Cuando se hace la “labrada de cera” se ponen los “telones”.


La comida principal para esta fiesta es el “estofado”. Es una mezcla de frutos, como son manzana, piña, plato de castilla y como quince especies que son: clavo, comino, pimienta, canela. Son casi todas las especies fuertes que se utilizan por aquí.






Lo principal es que se guisa la totalidad de una res, con todos los huesos y toda la carne. Mucha manteca y durante toda la noche está en cocimiento, hasta que por la madrugada, cuando la carne se desprende de los huesos y está convertida en una pasta dulce, es cuando ya está listo el estofado.


Los dulces para estas fiestas son de coco, que se combinan con piña, azúcar y se preparan unas tortillas de harina, como si fueran hojuelas y las fríen.






La bebida que más se consume es la cerveza, antes se tomaba la horchata de arroz con canela.”


Aquioaxaca hace un reconocimiento muy especial a la señorita Fulbia Ramos Jiménez







quien fue la Presidenta de la Vela 27 de Septiembre San Jerónimo Doctor, en el año 2004, por habernos dado todas las facilidades para cubrir el evento.




1 comentario:

  1. Muy interesante, hace tiempo escribí sobre el momento en que La Zandunga reina en la Vela, abriéndose paso en el jolgorio y murmurando penares largos... como un torrente de requiebros y un grito de amores, un silbo de las flautas, un poema de las auroras y una sola sangre de dos razas: cobriza y blanca:


    "Llegan los hombres al festejo vestidos de calle,
    con su pantalón de dril y la camisa por dentro,
    con sus sombreros de lienzo y sus zapatos catrines,
    porque ya no es la usanza de encamisarse por fuera,
    porque no quieren ni sus calzones ni su ceñidor
    y porque ya no les placen sus huaraches de correa...

    Ya vienen animados los ansiosos bailarines,
    llegan buscando contentos a mujeres graciosas;
    las encuentran dispuestas y sentadas en las bancas;
    al pregón de los muñidores estallan los timbales,
    resuenan los clarines siguiendo las pautas fijas
    entre la tanda de los piropos y los cumplidos;
    es el momento de abordar a la shunca elegida,
    y ha de saber si lo acepta buscando su mirada,
    y cuando la encuentra le hablan con alisado estilo:

    Desde luego les dicen
    en zapoteco elegante:
    ¿Suyáa neu náa la shuncu?
    esto es: ¿bailarás conmigo?
    y bailarán con ella
    siguiendo alegres sus pasos

    y bailarán con ella como emotivos donceles;
    se dejaran llevar sensibles sin decir palabra,
    y la intimarán solícitos buscando amoríos;
    sueltan el cuerpo prendados de su guapa muchacha,
    siguen joviales los acordes fiesteros al ritmo
    y se mueven suave en el suspenso del primer tiempo;
    al instante del cortejo abierto, buscan la escala,
    buscan con diligencia el acople y el acomodo,
    buscan el acompasado acento de las orquestas,

    Van por allá y vienen confundidos en el gentío,
    en las letrillas que las claves resuenan resueltas,
    en conjunto bizarro que protege el cobertizo,
    van dispersos como si fueran de paseo danzando,
    serios y adustos entre las olas de los holanes
    y la mar plisada de airosos resplandores.
    Terminada la pausa entra el zapateado rápido,
    se mueven los pies, se mueven ágiles y precisos,
    se mueven las manos y se estrechan y se entrelazan:

    se cruzan y se descruzan hacia atrás y a los lados,
    siguen a su compañera, siguen a su pareja,
    siguen a su dama, siguiéndola por todo el salón,
    la siguen al par de la música sin alejarse,
    la requieren asediándola, saliéndole al baile
    y la siguen al acompasado sesgo de los pies;
    se le acercan con un cumplido para saludarla,
    se quitan el sombrero y se le acercan platicando
    y para enamorarla se le arriman muy juntito;

    le susurran al oído simulando que se alejan,
    pero retornan porfiados a los gratos devaneos,
    le dan la vuelta y parece que la retan de veras...
    y ella, con su talle esbelto conduce el movimiento,
    levanta a izquierda y derecha y sin apremio su falda,
    y allá va sonriendo arrogante y guiñando garbosa,

    porque lleva su huipil
    de encaje blanco sin mangas,
    su enagua tejida en cadeneta
    y porque soberbia,
    se quita el resplandor
    que caía hasta su cintura..

    FragmentoS de: ZANDUNGALA
    ... tercetos 176 a 195
    México, D.F. octubre de 1999




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