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sábado, 25 de febrero de 2012

Mercado de Ocotlán


Ocotlán realiza su tianguis el día viernes. De todos los pueblos de los Valles Centrales, pero especialmente de Miahuatlán, Ejutla y Zimatlán, ese día, desde muy temprano empiezan a llegar en camionetas, tanto los vendedores como los "marchantes".

 
Día de fiesta para todos. Porque en los mercados indígenas y campesinos de México, se celebra un ritual festivo que tiene miles de años de llevarse puntualmente cada ocho días. Es una fiesta comunitaria en la que todos asisten con una emoción callada.


El tianguis es una parte de cada uno de ellos y cada uno de los participantes, es una parte importantísima del tianguis. Oaxaca es famoso porque cada día de la semana se celebra un "mercado" en una de las poblaciones importantes de los Valles Centrales. Presencia viva del espíritu del México antiguo.


Generalmente ese día vienen las familias de comunidades lejanas. Para los niños es una fiesta y una esperanza de que sus padres les compren alguna ropa o juguete. Las "mujeres casaderas" aprovechan la ocasión para vestir con las mejores prendas, engalanadas de sonrisas y miradas coquetas.

Tal vez un ojo atento y un espíritu sensible, podrá penetrar "la otra realidad" que coexiste en nítida yuxtaposición en uno de los mercados de Oaxaca. El Mercado de Ocotlán el viernes, el Mercado Abastos los sábados y el domingo el de Tlacolula, tal vez sean los más visitados.

   
En Ocotlán pueden encontrar los famosos "chapulines" guisados por manos campesinas. Las nieves son algo muy especial para aquel paladar que por semanas, en su lugar de origen, jamás podría saborearlas.

      
Pero una reliquia viviente de la repostería antigua mexicana es sin lugar a dudas las "galletas de animalitos", hechas a mano y con piloncillo que en Ocotlán las hacen con forma de caballitos.


Estas galletas todavía se vendían en la ciudad de México a mitad del siglo XX. En los "estanquillos y las tienditas de la esquina", las vendían envueltas en papel de estraza y las colocaban en unos estantes de cristal que tenían muchos compartimentos.

      
Disfrutar Oaxaca es ir a los mercados a fundirse entre sus colores, olores, texturas, formas, en medio de la algarabía y los gritos de los vendedores, así como con la música.


Olvidarse del tiempo y dejarse ir en medio de "la marea humana", que fluye en sus constantes flujos y reflujos. En sus ritmos y sus tiempos. Sin prisas, solo dejarse ir entre el río de gente.


Una de las delicias del Mercado de Ocotlán, es sin duda alguna, el ir a comer a una de las más tradicionales y famosas fondas.


Ahí podrá encontrar a Doña Ana y su hija Beatriz, quienes con un equipo de mujeres expertas en la comida tradicional oaxaqueña, le harán penetrar a ese universo de olores y sabores que guarda celosamente una cocinera que toda su vida la ha dedicado a perfeccionar su exquisito sazón.


Le recomendamos al final del recorrido del mercado, disfrute de la comida tradicional con Doña Ana y sorpréndase de ver el parecido de su hija Beatriz con la pintora Frida Kahlo.

   
El mercado es un espacio sagrado y ritual de los oaxaqueños. Es como un universo que está en perfecto equilibrio aunque el aparente caos que lo envuelve pueda confundir al inexperto observador.


Cada cosa está en su debido lugar. Cada puesto tiene una larga historia que contar. Cada marchante es una epopeya de resistencia cultural. Cada producto tiene una milenaria historia.

A pesar de los pesares. A pesar del plástico y el torrente de "modernidad", los mercados y los tianguis oaxaqueños están enfrentando su propia lucha por sobrevivir en los inicios del tercer milenio, manteniendo viva la memoria de los Viejos Abuelos. 



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