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domingo, 15 de julio de 2012

La Montaña Sagrada del Jaguar. Daany Beédxe



Visitar Monte Albán es abrir una puerta a lo inconmensurable y maravilloso de nuestro más antiguo legado cultural. Es ir a lo profundo de nuestro Ser.


En efecto, Monte Albán conocido como “la Montaña sagrada del Jaguar” o como la llamaban los viejos abuelos Toltecas en lengua náhuatl Tehuantepec.



Y conocida en la lengua zapoteca como “Danibaá” que quiere decir, “La Montaña Sagrada” o Daany Beédxe como “La Montaña del Jaguar”, es sin lugar a dudas uno de los principales proyectos constructivos del Cem Anáhuac, además por su dimensión, de los más antiguos e importantes.



En efecto, “La Sagrada Montaña del Jaguar” se empezó a construir aproximadamente en el año 500 a.C., con la participación de todos los pueblos que ahora llamamos oaxaqueños.



Por lógica, la densidad poblacional de los Valles Centrales para el V siglo a.C. era muy pequeña. La monumental obra que duró en permanente construcción duro 1350 años.



Para realizar este titánico esfuerzo se requirió que coincidieran varios factores estratégicos de primordial importancia. En primer lugar un objetivo irrebatible y que no caducara.



Que fuera válido para todos los seres humanos, pueblos y culturas a lo largo de más de trece siglos, por el cual estuvieron dispuestos a trabajar de generación en generación.

Se requirió de un solvente sistema alimenticio que permitiera poseer la energía suficiente para el descomunal esfuerzo y el tiempo para realizarlo. 


Dado que una época del año se dedicaba al sustento del cuerpo y otra época al alimento del Espíritu. Nuestros Viejos Abuelos vivían en “equilibrio” y mesura. 


Se requirió también, un eficaz sistema de salud que permitiera a través de hábitos, prácticas y conocimientos muy sofisticados, mantener una vida higiénica y una salud permanente para enfrentar el reto constructivo y su natural desgaste orgánico.


Se requirió además, poseer un eficiente sistema educativo que permitiera que a través de los siglos se mantuviera firme y claro, el primigenio propósito constructivo en la sociedad de generación en generación y eso solo se puede hacer a través de la educación.


Se requirió poseer un efectivo sistema de organización social, que permitiera a todos los pueblos y culturas, dividir el trabajo y organizarlo de tal manera a lo largo de más de trece siglos para realizar la monumental obra entre todos los pueblos y culturas de lo que hoy es Oaxaca.


“La Sagrada Montaña del Jaguar” pertenece a todos los oaxaqueños de ayer y de hoy. Se construyó como se ha construido y se sigue construyendo las grandes obras del “bien común”, a través de la solidaridad, el trabajo comunitario y la organización comunitaria.



No pudo ser de otra forma, como hoy en día no se puede construir nada “del bien común”, sin la participación de la comunidad. Monte Alban ha sido y sigue siendo Patrimonio Cultural y Espiritual de todos los oaxaqueños.


Monte Alban no pudo ser producto de un sueño mesiánico de un puñado de alucinados y exaltados. En cambio, fue producto del potencial espiritual, la voluntad de poder, la sabiduría ancestral y la organización social de una milenaria civilización que sustentó su desarrollo humano en la fuerza del Espíritu.



Solo los arqueólogos extranjeros y sus asistentes mexicanos, se atreven a pensar que “La Montaña Sagrada del Jaguar” fue obra de un proyecto imperial sustentado en el poder material y en la limitada visión del efímero mundo temporal.  No alcanzan a tener la “sensibilidad” de percibir su grandeza espiritual.


Y finalmente se requirió, tener un objetivo superlativo, que fuera solvente y perenne en cuanto al uso y aprovechamiento de la imponente obra para todos los pueblos. Esto es, que “FUNCIONÓ” para lo que fue concebido. 



Cuál fue la razón por la cual se construyó esta monumental obra a lo largo de trece siglos, y que desde su primera fase, en el quinto siglo a.C., hasta su abandono se mantuvo inalterada. 


En efecto, “La Montaña Sagrada del Jaguar” debió cumplir cabalmente sus objetivos por lo que se mantuvo el esfuerzo constructivo. La planta arquitectónica de la fase I es igual al de la fase de su abandono mil trescientos cincuenta años después.


Esto es importante porque nos revela que, “para lo que se diseñó desde el principio, funcionó adecuadamente hasta su abandono. Este es uno de los grandes misterios del Anáhuac y justamente ahí radica su grandeza humana.


“La Montaña Sagrada del Jaguar” no fue una ciudad, porque nunca ha existido una fuente de agua a su alrededor y sin el vital líquido, ningún grupo humano puede vivir y menos desarrollar un proyecto de estas dimensiones y tiempo. 


Porque su arquitectura no es la de una “casa habitación”. No se puedo subir miles de millones de toneladas de piedra para hacer un “palacio” en cuartos que tienen una puerta del tamaño de una pared, eso es ilógico e inadmisible. 


Porque los centros urbanos siempre se han hecho en todo el mundo en lugares cerca de una fuente permanente de agua y en espacios planos de preferencia, y las residencias son proporcionales a las necesidades humanas. En Monte Alban no existe esta condición. 


“La Montaña Sagrada del Jaguar” no fue una fortaleza, porque además de no contar con arquitectura defensiva (murallas, trincheras y torreones), no existieron las guerras en el periodo Clásico.


“La Montaña Sagrada del Jaguar” no fue centro comercial, porque es ilógico “subir y bajar mercancía” (sin animales de carga y rueda), teniendo los valles para tal fin. Además se debe tomar en cuenta que no existió la moneda ni la propiedad privada en el Cem Anáhuac en el periodo Clásico.


“La Montaña Sagrada del Jaguar” no fue un hospital, porque resulta ilógico hacer un esfuerzo tan grande y de tanto tiempo, para poner arriba de cuatro cerros un servicio de este tipo, y hasta la fecha, no se conoce en el Cem Anáhuac una construcción con este objetivo.



Para qué entonces se realizó este inconmensurable esfuerzo, que se llevó muchas generaciones que trabajaron a través de los siglos y que jamás cambió de propósito. Cuál es la sagrada idea que lo concibió.



Para qué entonces se realizó este inconmensurable esfuerzo, que se llevó muchas generaciones que trabajaron a través de los siglos y que jamás cambió de propósito. Cuál es la sagrada idea que lo concibió.



Qué debió mover a cientos de miles de personas a través de más de trece siglos para dar su “tequio” y venir de todo lo que hoy es el estado de Oaxaca, para trabajar por un proyecto compartido en tiempo y espacio por todos los pueblos anahuacas. 



Cuál fue esa “vedad inmutable” que todos compartieron y se esforzaron por ella. Esa “verdad trascendente” que nunca caducó o pasó de moda y que inspiró a tantas generaciones y a tantos pueblos diferentes.


Cuando los pueblos de México en general y los pueblos oaxaqueños en particular puedan dar respuesta a ésta interrogante, seguramente la vida de todos cambiará rotundamente. El legado de nuestros Viejos Abuelos toltecas será de nuevo nuestro.


Cuando encontremos la respuesta en el interior de nuestros corazones, en lo más luminoso de nuestro Espíritu, en nuestra verdadera esencia.


Cuando volvamos a iniciar el camino del Guerrero. Cuando volvamos a entablar la Batalla Florida en lo más profundo de nuestro corazón. Cuando volvamos a ser Guerreros y Guerreras de la Muerte Florecida. Cuando florezcan de nuevo nuestros corazones. 


Cuando logremos hacer “la arqueología del Espíritu” en nuestras conciencias. Cuando re-aprendamos a vernos en el “Espejo Humeante” y reconozcamos nuestro verdadero rostro y nuestro corazón verdadero florecerá de nuevo la montaña sagrada.


Cuando podamos cancelar la colonización mental y cultural. Cuando rompamos las cadenas de la ignorancia de nosotros mismos, generadas por el colonizador.


Cuando sepamos clara y muy bien definido quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Cuando nos reconozcamos en el pensamiento milenario de nuestros sabios antepasados, como hoy lo hacen orgullosamente los pueblos de China o India.


Cuando sepamos clara y muy bien definido quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Cuando nos reconozcamos en el pensamiento milenario de nuestros sabios antepasados, como hoy lo hacen orgullosamente los pueblos de China o India.


Cuando dejemos de ser “extranjeros incultos en nuestra propia tierra”. Cuando dejemos de tratar de ser españoles, franceses o norteamericanos de tercera y pasemos a ser en plenitud, anahuacas de primera.


Cuando “activemos el banco genético de información cultural” que existe en cada uno de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.


“La Montaña Sagrada del Jaguar” volverá a despertar, y será una guía para cada uno de nosotros, de nuestras familias, de nuestros pueblos y de nuestro país. 


Recuperaremos la “memoria histórica” y con ello recuperaremos nuestra identidad, nuestra dignidad y nuestra misión como seres humanos y como civilización.


El descubrimiento de “La Montaña Sagrada del Jaguar” en el fondo de nuestro corazón será el inicio del fin de la colonización y el amanecer del nuevo ciclo de nuestro destino, destino compartido con todos los pueblos antiguos del mundo.


“La Montaña Sagrada del Jaguar” representa lo mejor de nuestro futuro, por ello es verdad que nuestro futuro se encuentra en el conocimiento de nuestro glorioso pasado.




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