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domingo, 29 de enero de 2012

OAXACA RESERVA ESPIRITUAL DE MÉXICO



Dentro del mosaico pluricultural de nuestro país, Oaxaca ocupa un lugar muy especial. Heredera de la cultura mixteco-zapoteca, hunde sus raíces en el origen de los tiempos mesoamericanos. Crisol en donde se funden, no sólo las 16 etnias que coexisten con la cultura mestiza y la afro mestiza, en las ocho regiones del estado, sino que es punto de encuentro entre las diferentes culturas de México y el mundo; lo que la lleva a ser "la reserva espiritual del la mexicanidad".



Los pueblos que actualmente conforman este maravilloso acervo cultural, único en el mundo; ya que, en un reducido espacio geográfico, viven desde hace miles de años los zapotecos, mixtecos, mazatecos, chinantecos, mixes, amuzgos, huaves, zoques, triquis, chontales, chatinos, ixcatecos, chochos, popolocas, cuicatecos y nahuas; testimonio palpitante de la civilización del Anáhuac que se ha negado a morir.


En el estado confluyen los dos grandes sistemas montañosos que cruzan el país, formando una impresionante muralla llamada el "Nudo Mixteco". Los valles de Oaxaca, como pequeñas islas, estan rodeados de un mar de montañas. La superficie es de 95,364 Km2 y cuenta con 570 municipios; divididos en las siguientes regiones: Valles Centrales, Sierra Norte, Sierra Sur, Mixteca, Tuxtepec, Istmo, Cañada y Costa; de los tres millones seiscientos mil habitantes, el 60% son indígenas, lo que convierte a Oaxaca en el estado indígena por excelencia.


La ciudad capital fue fundada por las tropas de Ahuízotl, emperador azteca, en 1486, debido a la alianza que hizo, después de las guerras contra los mixtecos y zapotecos. Estos últimos dueños del valle, les dejaron asentar una fortaleza para que vigilara el paso de los comerciantes a Centro América, en lo que hoy se conoce como el Cerro del Fortín y donde se realiza la Guelaguetza, la fiesta más grande de Oaxaca.


Huaxyacac en lengua Náhuatl significa "en el lugar de los huajes", pues se dice que el cerro estaba cubierto de esos árboles. Después de la caída de Tenochtitlán, Hernán Cortés envió a Oaxaca en busca de oro a Francisco de Orozco, en noviembre de 1521; los españoles después de ir a buscar oro a Tututepec, en la costa mixteca del Pacífico, regresaron al Valle de Oaxaca atraídos por su espléndido clima. Cortés se opuso desde un principio a la fundación de la ciudad, que en esa época se llamó "Segura de la Frontera", término español de la Guerra de Reconquista con los moros y que significa que hasta allí, llegaban los dominios españoles. Cortés no quería la fundación seria su marquesado, el cual fue concedido por el Rey en 1529 y que comprendió desde Coyoacán, a las afueras de la Ciudad de México, hasta el Valle de Oaxaca.


En el año de 1526 los españoles que vivían en estas tierras, en contra de la voluntad del conquistador, enviaron al Rey un escrito en donde pedían se reconociera la fundación del poblado. Cortés aducida que era un lugar "inhóspito" y poco favorable para hacer un asentamiento humano.



En 1528, mientras Cortés estaba en España, la real audiencia cambió el nombre de la población de Huaxyacac, por el de "Antequera", iniciándose formalmente el asentamiento español, y en el año de 1529, Alonso García Bravo realiza la traza de la villa y el primer alcalde don Juan Peláez de Berrio, reparte solares a las primeras 120 familias de españoles y a sus aliados indígenas. Fue el Rey de España, por cedula real, expedida en Medina del Campo, el 25 de abril de 1532, quien elevó el rango de Villa a Ciudad, quedando la población con el nombre de Oaxaca.


La Ciudad de Oaxaca a lo largo de su historia ha sabido mantener las dos civilizaciones que la engendraron; por una parte el inconmensurable acervo cultural que representa el majestuoso e imponente Monte Alban, símbolo espiritual del México antiguo, y por otra parte, la presencia espiritual que representan las monumentales obras de las órdenes de los misioneros, en especial la de los Dominicos. Estas dos energías llevan a Oaxaca a ser crisol de nuestro mestizaje, punto de encuentro de las culturas indígenas con la cultura Occidental, rostro verdadero de México.

Ha sido gracias a esta profunda herencia, que el vigor del patrimonio cultural del pueblo de Oaxaca, ha logrado vencer a las fuerzas telúricas de la naturaleza, que periódicamente sacuden a la ciudad; destruyéndola sucesivamente.



Es producto de estas fuerzas espirituales, que viven en el corazón y sentimientos de los oaxaqueños, que se ha logrado reconstruir una y otra vez, esta majestuosa ciudad, y es precisamente esta fuerza espiritual, la que garantiza a futuro, bajo cualquier adversidad, su permanencia.    

 

Gracias a las gestiones del exgobernador Jesús Martínez Álvarez, Oaxaca fue decretada por la UNESCO, "Patrimonio Cultural de la Humanidad" y a partir de esta iniciativa, propios y extraños, han coadyuvado para rescatar y preservar no sólo el patrimonio monumental, sino el "patrimonio intangible" que se encuentra depositado en los sentimientos y aspiraciones del pueblo.


En efecto, los oaxaqueños y los avecindados en esta ciudad, son "atrapados" por las fuerzas magnéticas que genera la conciencia de la Tierra, lo que repercute en la delicada manifestación del potencial espiritual de los individuos, que se manifiesta tangiblemente en la calidad de vida, en el ritmo y la profundidad de la cotidianidad. Vivir en Oaxaca, es un prodigio para el alma y un desafío para el espíritu.


 

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