El estado de Oaxaca es, dese hace miles de años “La
reserva espiritual” del Anáhuac, debido fundamentalmente a las energías
telúricas que se gestan en su interior y que entran en contacto con las
inconmensurables fuerzas energéticas del cosmos.
Ésta energía, trasmitida-engendrada a sus hijos, es la
que hizo posible la construcción de la zona arqueológica de San José El Mogote
1500 años antes de la era cristiana o la creación de lo que hoy conocemos como
“El Caballito”, pinturas rupestres en el inicio de los tiempos humanos en el
Valle de Tlacolula.
Y qué decir de Monte Alban y específicamente El Templo
y exconvento de Santo Domingo Yanhuiltán. Porque malamente se generaliza
diciendo que estas monumentales obras dominicas fueron obra de los misioneros,
cuando en verdad, fueron los propios pueblos indígenas las que las levantaron
con su sangre y su sudor.
Las ideas vinieron de Europa, cierto, pero la magna
realización recayó en los pueblos y culturas anahuacas que, después de vivir
7500 años de Desarrollo Humano basado en la espiritualidad, pudieron retomar la
dirección del conquistador-colonizador y reinterpretar la visión judeocristiana
de la divinidad.
Justamente este debe ser el punto de la reflexión
sobre la revisión de nuestro Patrimonio Cultural, toda vez que el dominio que
tuvo la Iglesia Católica en la sociedad, la economía, la política y la cultura
durante los tres siglos de la Colonia, no es ahora el mismo.
En efecto, la sociedad mexicana es hoy muy diferente a
la que existió en aquella época, por lo que se debe re-significar estos
testimonios de grandeza y espiritualidad desde una perspectiva más plural.
Estos templos y exconventos fueron construidos para los intereses políticos,
económicos y religiosos de las órdenes misioneras.
Estos monumentos y las obras de arte que en ellos se
exhiben deben hablarnos de nuestras raíces más antiguas, mucho más antiguas que
la invasión europea. Y deben convertirse en un referente de la capacidad y
sensibilidad de nuestros pueblos ancestrales.
La talla en piedra y en madera, la albañilería, la
pintura mural, en síntesis, la capacidad de transformar la materia y darle un
sentido humano, ya sea en Monte Alban, Mitla o Santo Domingo o Yahuitlán, son
los Elementos Culturales que debemos tener presente y que poseemos para
construir un mejor país y una mejor sociedad en los inicios del Siglo XXI.
Si en 1541 el dominico Fray Domingo de la Cruz inicióla
construcción de este formidable y espléndido edificio, sin maquinaria y
tecnología, solo con la inteligencia, sensibilidad, capacidad y entrega de los
pueblos mixtecos, -que como sabemos-, ancestralmente aportan la mano de obra y
los materiales de la región para las obras sociales.
Hoy en día debemos de recuperar la conciencia y la
memoria de lo que somos capaces, -como pueblo y como cultura-. Si en el Siglo
XVI fuimos capaces de construir una fortaleza para el conquistador-colonizador,
debemos de re-pensar lo que ahora podremos construir para tener un futuro más
justo y humano, para salir de nuestra ancestral pobreza cinco centenaria.
La Historia y la Cultura de un pueblo es el
ingrediente indispensable para construir y definir su futuro. Los testimonios
de la grandeza de nuestra patria, sean de los Viejos Abuelos, del periodo
colonial y de nuestro tiempo, nos deben inspirar para fortalecer nuestra
confianza en nosotros mismos y darnos cuenta de lo que somos capaces de hacer.
En especial de los pueblos y culturas oaxaqueñas que
llevan miles de años de Desarrollo Humano, dejando pruebas fehacientes de sus
capacidades, su sensibilidad y sobre todo, de su gran espiritualidad.
El
oaxaqueño lleva en su banco genético de información cultural este potencial.
Solo se necesita concientizarlo.
Por lo tanto, estos maravillosos sitios, estos
majestuosos monumentos al Espíritu deben ser, no solo visita obligada para el
turista nacional o extranjero, sino que antes que nada, -debe ser-, fuente de
inspiración para los oaxaqueños contemporáneos que pretenden crear y vivir en
un mundo mejor.
Cuando uno visita lugares maravillosos de Oaxaca, como
es el caso del Templo y exconvento de Santo Domingo Yanhuiltán, sale uno con el
corazón exaltado y el Espíritu fortalecido.
Sale uno pleno de confianza en que
somos un pueblo de constructores ancestrales, lo mismo haciendo pirámides que
exconventos y que tenemos un gran futuro por delante.
Lo único que nos hace falta es tomar plena y cabal
conciencia de nuestras capacidades y potencialidades, a través de investigar y
conocer nuestra verdadera historia y los valores y principios esenciales de
nuestra milenaria cultura, que se ha ido transflorándose a lo largo de más de
ocho milenios, pero que en esencia sigue siendo la misma.
Visitar Oaxaca es iniciar un viaje al centro de
nuestra más antigua y profunda espiritualidad, surgida del encuentro entre las
fuerzas telúricas de "Nuestra Madre Querida" Tonatzín y la sagrada
energía cósmica de Nuestro Amado Padre “El que se inventa a sí mismo”, que
habita inconmensurable en el cosmos. Esa es la grandeza humana, somos mitad
materia mitad Espíritu y por ello, nuestro símbolo ancestral es el
"Quetzal-Cóatl".
Visite www.toltecayotl.org
Olá Guillermo Marín,
ResponderEliminarLonga vida para Você!!! A sabedoria não para e cacho da "Videira" é grande!!!
Saudações
Carlos
Hola Guillermo Marín
ResponderEliminarLarga vida para ti! La sabiduría y la abundancia de racimos de uvas en la vid son geniales! Uno de los secretos de la existencia!
Carlos