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martes, 20 de marzo de 2012

VIERNES SANTO EN SAN JUAN CHAPULTEPEC 2006



La civilización del Anáhuac es una de las 6 más antiguas del mundo. En el vértice superior de su desarrollo cultural, indiscutiblemente que se encontraba el desarrollo espiritual. Todo cuanto se hacía en el México antiguo estaba totalmente ligado al sentido espiritual, religioso y místico del mundo y de la vida.



El trabajo, la educación, el Estado y aun las guerras, tenían un sentido religioso.  De esta manera podemos afirmar que una de las más importantes herencias que tenemos de nuestros Viejos Abuelos, es precisamente el sentido místico y espiritual por la vida.




El concepto del sacrificio está íntimamente ligado a la religiosidad. Existen sorprendentes y extraordinarias similitudes entre las enseñanzas de Quetzalcóatl y la doctrina Cristiana. El pecado original, el bautismo, el sacrificio de los dioses por los hombres, por citar solo tres ejemplos.





En Oaxaca la conquista religiosa fue muy difícil, pues los conquistados y sometidos realizaron una resistencia pacífica y subterránea. Si pero no, esa era la cuestión.



Sí, nos convertimos a la nueva religión…pero, seguimos por debajo manteniendo nuestras antiguas creencias. Solo las disfrazamos o acomodamos a la nueva religión que nos imponen.




Tal vez el mejor ejemplo es del último tlatuani zapoteca, quien se hizo aliado de Cortés, se hizo cristiano, construyó con su riqueza el exconvento de Santo Domingo en Tehuantepec, pero al mismo tiempo mantenía vivo el rito antiguo zapoteca en su casa, con todos los sumos sacerdotes de Mitla. 





En efecto, el Señor Cosijoeza último de los gobernantes zapotecas fue sorprendido por la Santa Inquisición realizando una ceremonia con los sumos sacerdotes de Mitla, por lo que fue mandado preso a la ciudad de México durante un año y como las leyes españolas impedían que cualquier autoridad juzgara a un rey, lo regresaron a Tehuantepec, pero en el camino lo asesinaron.    





Y en la historia de los vencidos, la que no está en los libros de texto, las rebeliones de los indígenas fueron constantes y en casi todas la característica era la de estar vinculadas a injusticias religiosas, más que a injusticias económicas. 



La más conocida es la de los llamados “Mártires de Cajonos”, en donde se levantó un pueblo zapoteco en contra de los indígenas que los habían traicionado, al denunciar las practicas secretas de su religión ancestral. 





De esta manera los pueblos indígenas de Oaxaca iniciaron un formidable sincretismo cultural y religioso, en donde supieron sabiamente salvaguardar sus valores y principios sagrados, como su tradicional sentido místico y espiritual por la vida, y al mismo tiempo, adaptarse lo más inteligentemente posible a la religión impuesta por los colonizadores.





Las fiestas y tradiciones oaxaqueñas se viven en el atrio y en el templo. En parte, porque los misioneros no les permitieron mayores espacios y actividades a los Viejos Abuelos y en parte, porque a final de cuentas todas las religiones del mundo guardan esencialmente los valores más decantados del Ser Humano.



Sin embargo, si se “rasca” tantito, en muchas fiestas y símbolos religiosos existe un paralelismo asombroso con los milenarios ritos de nuestros antepasados



En Semana Santa en San Juan Chapultepec, un municipio conurbano a la Ciudad de Oaxaca, se realiza año con año, la representación de la Pasión de Cristo entre los jóvenes de la parroquia del templo.



Como en muchas partes de México, estas representaciones no reciben apoyo del gobierno y son pagadas por los propios jóvenes y reciben algunos apoyos de gente bondadosa del barrio.





Es de esta manera que los jóvenes se reúnen a ensayar con semanas de antelación en el templo y el cura juega un papel muy importante en la organización, así como los comités. En la Teoría del Control Cultural del Dr. Guillermo Bonfil Batalla, “en lo propio y en la ajeno” el mexicano se debate por mantener y corromper.



Mantener lo propio y corromper lo ajeno. Pero para las leyes, autoridades e instituciones “propias”, el mexicano las mantiene y las preserva a como dé lugar.





De esta manera la multitud se reúne a revivir el sufrimiento que tuvo que pasar Jesús de Nazaret para con ello salvar a los hombres.




El mensaje Cristiano es vivido totalmente por la mayoría de los presentes. Algo atávico se mueve en lo más profundo de su ser, y sabe que la materia tiene que ser inmolada para liberar al espíritu que la habita.




Es el mismo mensaje que encontramos en la inmolación que tuvo que sufrir Nanahuatzin, en La Leyenda de la Creación del Quinto Sol, para que naciera el Sol. Nada es nuevo y todo sigue y se mantiene.





La fe Católica del mexicano, tiene mucho que ver con los ochocientos años de la presencia árabe en España, pero también tiene que ver con los siete mil quinientos años de cultura propia, que los antiguos mexicanos desarrollaron antes de la invasión y conquista.




Si en antiguos altares indígenas “chorreaba la sangre”, en los templos católicos de la colonia las representaciones religiosas mantenían el mismo concepto. No existe nada nuevo bajo el Sol.





Quetzalcóatl un día también se inmoló y dejo dicho que regresaría a refundar un reino de paz y armonía entre sus hijos.




Durante muchas generaciones los Viejos Abuelos estaban en la espera del regreso del mítico Quetzalcóatl. Y en parte la conquista se debe a que Cortés llegó a lo que hoy es México en el año de la profecía y se dijo el capitán de Quetzalcóatl. 




El sacrificio del ser divino por los hombres era una historia conocida para los Viejos Abuelos.




Los oaxaqueños se reúnen todos los viernes de Semana Santa en San Juan Chapultepec, para hacer suya la pasión de Jesús de Nazaret.



Siguen paso a paso cada una de las escenas de la representación y la atmósfera se carga de un intenso sentido de amor y tristeza. Los rostros de los adultos y de los niños reflejan la permanencia y actualidad del mensaje. La Cultura Popular lleva en su fondo profundo una riqueza espiritual que es nuestra mayor herencia.





Cientos de personas acompañan por las calles a la procesión y abarrotan la plaza principal. En medio de un inclemente sol que parece quemar los pecados; niños, jóvenes, adultos y gente de la tercera edad, viven el drama intensamente.




En muchos pueblos de Oaxaca la Semana Santa es un parte aguas en la vida comunitaria y de diferentes maneras, pero con el mismo objetivo, se llevan a cabo estas representaciones.




Con la muerte simbólica de Jesús llega a su fin la representación. Se puede ver en las caras de las personas la pena, la tristeza y la conmiseración. Los centuriones bajan el cuerpo de Cristo y es llevado al templo. La emoción es general y la gente empieza a comentar sus impresiones. En las calles aledañas ya se ha puesto la típica vendimia oaxaqueña. Las aguas frescas, el tepache, las empanadas, los dulces, las nieves se expenden con la vitalidad que les caracteriza. El espíritu se ha alimentado, ahora sigue el cuerpo.






El drama ha concluido y tal parece que poco se aprende de él. La gente se lleva en el fondo de su corazón un sentimiento de incomodidad y tal vez de remordimiento. Las tradiciones, fiestas, usos y costumbres nos sirven para elevar la calidad de vida de las familias y de las comunidades. Perder la tradición, es perder la cultura y al perderlas, nos quedamos con las manos y el corazón vacíos. La Cultura humaniza la vida y esa es la razón por la cual Oaxaca es la reserva espiritual de México.











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