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miércoles, 29 de febrero de 2012

Semana Santa en Teotitlán del Valle




teotittlanLos pueblos y culturas de Oaxaca son milenarios. Ocho mil años de desarrollo y sabiduría humana los respaldan. En estos últimos cinco siglos de ocupación extranjera, “la resistencia cultural” ha sido un arte muy sofisticado.




A pesar de que se trató de borrar su cultura y religión totalmente, los pueblos hábilmente pudieron “disfrazar” sus milenarias tradiciones ante los ojos ignorantes del colonizador.




Muchas “fiestas tradicionales”, tanto religiosas como profanas tienen un origen ancestral anahuaca. Sí bien, se han modificado en su “forma” ante los ojos del misionero y el conquistador, en “el fondo” siguen guardando su esencia inmaculada.




En parte, porque todas las civilizaciones a final de cuentas comparten en teoría el mismo objetivo de desarrollo espiritual, en parte, porque la mayoría de los Mesías tienen el mismo mensaje y hasta las mismas ceremonias. Sorprende encontrar los grandes paralelismos entre Quetzalcóatl y Jesús de Nazaret, a tal punto, que los propios misioneros en el siglo XVI creyeron que Quetzalcóatl fue el apóstol Santo Tomás. 




Los ritos comunitarios y religiosos, que tienen que ver con la mecánica celeste y con los ritmos y ciclos de la naturaleza, son muy parecidos en todo el mundo. De modo que los misioneros solo “cambiaron” por encima los ritos ancestrales de los Viejos Abuelos y los ajustaron a su tradición judeo-cristiana. 



 En la mayoría de los pueblos indígenas y campesinos de México, pero en especial en los de Oaxaca, que es la “reserva espiritual de nuestra nación”, estas “fiestas” tienen un fondo eminentemente ancestral de la Cultura Madre. Sin negar, por supuesto, las formas culturales y religiosas impuestas por la invasión europea.




Lo importante es “el fondo” de estas ceremonias. Son dramas universales del ser humano. Por ejemplo: La Semana Santa en Teotitlan del Valle, la comunidad vive la pasión y el drama del Mesías que se sacrifica para salvar a su pueblo. Lo mismo que hizo Jesús de Nazarte lo hizo Tecuzistecatl, el Dios que en Teotihuacan se sacrificó para que naciera el Quinto Sol.


 

Como los dioses se sacrificaron en Teotihuacan para que surgiera el Quinto Sol, los seres humanos se llamarán “masehuales, es decir, “merecidos del sacrificio”. Tecuzistecatl  tuvo que sufrir una dolorosa penitencia para purificarse y poder saltar al fuego cósmico que sus hermanos, los dioses, habían preparado en Teotihuacan.




Esta es la razón por la cual los pueblos indígenas y campesinos siguen reproduciendo estos “dramas cósmicos-universales”. La gran herencia del llamado México antiguo, o mejor dicho, de la civilización del Anáhuac es la ESPIRITUALIDAD de su gente. En efecto, las “fiestas” tienen una forma mezclada y llena de sincretismos, pero su fondo es de carácter espiritual. Esta espiritualidad que tienen los pueblos de Oaxaca es su mayor riqueza y su potencial para el futuro…aunque mucha gente ofuscada por el espejismo de “la confusa  modernidad” no lo entienda.




 Esta espiritualidad que se trae en “el banco genético de información Cultural” es la esperanza más grande que encierra nuestro pueblo para enfrentar los desafíos de estos tiempos, saturados de materialismo, consumismo y enajenación. El sentido místico y espiritual por el mundo y la vida, le dan una dimensión “sagrada” a la existencia de las personas, familias y comunidades. Es aquí donde radica la grandeza de los pueblos y culturas de Oaxaca.




Cuando una comunidad es apegada a sus usos y costumbres, a sus tradiciones ancestrales, es una comunidad más fuerte y más unida. El caso de Teotitlan del Valle es un claro ejemplo. Es una comunidad trabajadora, que ha podido adaptarse con mayores beneficios a “la modernidad”, pero sin dejar sus tradiciones. Se sigue organizando y gobernado por “el Sistema de Cargos”, tiene mayores posibilidades y mejores beneficios. De modo que la relación de cultura e identidad, van de la mano con bienestar y progreso. 




En general, “el progreso y modernidad” impuestas desde afuera a las comunidades indígenas y campesinas, esta motivada por intereses económicos y políticos foráneos. Siempre las terminan por dividir, enfrentar y empobrecer. Es muy común ver a poblaciones en todo el país que al perder sus tradiciones y costumbres, pierden su identidad y se hunden en la miseria y la desolación. En este sentido, los oaxaqueños han sabido enfrentar con mayor acierto la colonización.

Visite www.toltecayotl.org


 

martes, 28 de febrero de 2012

Teotitlán del Camino

  
Situado en la serpenteante carretera que une a la ciudad de Oaxaca con el Valle de Tehuacan en Puebla, se encuentre Teotitlán del Camino, en la región conocida como "La Cañada".


Teotitlán en lengua náhuatl significa "tierra de los dioses". Lugar cálido y seco donde el calor reina todo el año, encuentra en su zócalo un lugar fresco debido a sus árboles frondosos, que invitan al visitante a sentarse en las bancas del parque y ver pasar lentamente el tiempo.


  

En medio del parque tenemos un espléndido kiosco. El zócalo está flanqueado por el municipio, la iglesia y negocios, que en su conjunto nos ofrecen una sensación de tranquilidad, donde las cosas de la vida suceden… "cuando deben suceder".

  

  
En Teotitlán del Camino nació el Ing. Jorge L. Tamayo, uno de los oaxaqueños que brilló por sus investigaciones sobre la vida de Benito Juárez y su desempeño como un administrador público muy eficiente, quien a lo largo de toda su vida se caracterizó por ayudar a los pueblos indígenas.




sábado, 25 de febrero de 2012

Mercado de Ocotlán


Ocotlán realiza su tianguis el día viernes. De todos los pueblos de los Valles Centrales, pero especialmente de Miahuatlán, Ejutla y Zimatlán, ese día, desde muy temprano empiezan a llegar en camionetas, tanto los vendedores como los "marchantes".

 
Día de fiesta para todos. Porque en los mercados indígenas y campesinos de México, se celebra un ritual festivo que tiene miles de años de llevarse puntualmente cada ocho días. Es una fiesta comunitaria en la que todos asisten con una emoción callada.


El tianguis es una parte de cada uno de ellos y cada uno de los participantes, es una parte importantísima del tianguis. Oaxaca es famoso porque cada día de la semana se celebra un "mercado" en una de las poblaciones importantes de los Valles Centrales. Presencia viva del espíritu del México antiguo.


Generalmente ese día vienen las familias de comunidades lejanas. Para los niños es una fiesta y una esperanza de que sus padres les compren alguna ropa o juguete. Las "mujeres casaderas" aprovechan la ocasión para vestir con las mejores prendas, engalanadas de sonrisas y miradas coquetas.

Tal vez un ojo atento y un espíritu sensible, podrá penetrar "la otra realidad" que coexiste en nítida yuxtaposición en uno de los mercados de Oaxaca. El Mercado de Ocotlán el viernes, el Mercado Abastos los sábados y el domingo el de Tlacolula, tal vez sean los más visitados.

   
En Ocotlán pueden encontrar los famosos "chapulines" guisados por manos campesinas. Las nieves son algo muy especial para aquel paladar que por semanas, en su lugar de origen, jamás podría saborearlas.

      
Pero una reliquia viviente de la repostería antigua mexicana es sin lugar a dudas las "galletas de animalitos", hechas a mano y con piloncillo que en Ocotlán las hacen con forma de caballitos.


Estas galletas todavía se vendían en la ciudad de México a mitad del siglo XX. En los "estanquillos y las tienditas de la esquina", las vendían envueltas en papel de estraza y las colocaban en unos estantes de cristal que tenían muchos compartimentos.

      
Disfrutar Oaxaca es ir a los mercados a fundirse entre sus colores, olores, texturas, formas, en medio de la algarabía y los gritos de los vendedores, así como con la música.


Olvidarse del tiempo y dejarse ir en medio de "la marea humana", que fluye en sus constantes flujos y reflujos. En sus ritmos y sus tiempos. Sin prisas, solo dejarse ir entre el río de gente.


Una de las delicias del Mercado de Ocotlán, es sin duda alguna, el ir a comer a una de las más tradicionales y famosas fondas.


Ahí podrá encontrar a Doña Ana y su hija Beatriz, quienes con un equipo de mujeres expertas en la comida tradicional oaxaqueña, le harán penetrar a ese universo de olores y sabores que guarda celosamente una cocinera que toda su vida la ha dedicado a perfeccionar su exquisito sazón.


Le recomendamos al final del recorrido del mercado, disfrute de la comida tradicional con Doña Ana y sorpréndase de ver el parecido de su hija Beatriz con la pintora Frida Kahlo.

   
El mercado es un espacio sagrado y ritual de los oaxaqueños. Es como un universo que está en perfecto equilibrio aunque el aparente caos que lo envuelve pueda confundir al inexperto observador.


Cada cosa está en su debido lugar. Cada puesto tiene una larga historia que contar. Cada marchante es una epopeya de resistencia cultural. Cada producto tiene una milenaria historia.

A pesar de los pesares. A pesar del plástico y el torrente de "modernidad", los mercados y los tianguis oaxaqueños están enfrentando su propia lucha por sobrevivir en los inicios del tercer milenio, manteniendo viva la memoria de los Viejos Abuelos. 



viernes, 24 de febrero de 2012

EL TEMPLO Y EXCONVENTO DE ETLA


Oaxaca es una de las "casas antiguas" de nuestra civilización. Después de la zona Olmeca ubicada entre los estados de Veracruz y Tabasco, Oaxaca será el polo de desarrollo más antiguo y sí bien, Teotihuacan fue el centro generador de la Toltecáyotl, Monte Alban inició su construcción medio milenio de años antes.

 
La obra dominica dejos su huella en el Valle de Etla y su exconvento tiene el sello inconfundible de esta orden religiosa que estuvo presente desde los primeros tiempos de la colonización de lo que hoy es el estado de Oaxaca.    


Dentro de los Valles de Oaxaca, Yagul en el valle de Tlacolula y San José del Mogote en el valle de Etla, resultan ser los asentamientos más antiguos. El primero es prehistórico, es decir, que lo habitaron mucho antes del descubrimiento de la agricultura, cuando los seres humanos eran cazadores-recolectores.


Sin embargo, estudios recientes nos señalan que hay pruebas fehacientes de que la invención del maíz se dio diez mil años a. C., debido a que han encontrado semillas de maíz y calabaza datadas con estas fechas.


En san José del Mogote, encontramos los vestigios arquitectónicos más antiguos de los valles de Oaxaca, y no es de dudar, pues hasta la fecha es uno de los valles más fértiles, toda vez que recibe el agua que baja de las estribaciones de la Sierra Norte.                  


Se tienen datos que sitúan a la Villa de Etla, "como el granero" de los valles y su propio nombre, así nos lo indica, ya que en lengua Náhuatl significa "fríjol" o "lugar de los abastecimientos".


Lo cierto es que a la llegada de los conquistadores encontraron en Etla, uno de los lugares más poblados de los valles, junto con Zaachila y Tlacolula. Es muy interesante saber que a los alrededores de Monte Alban, no existieron asentamientos humanos de importancia, salvo Xoxotlán.


 Se sabe que en donde hoy existe el templo y el mercado de Etla, estaba un gran centro urbano, con sus pirámides y sus patios. Los colonizadores en el lugar donde encontraban grandes pirámides que implicaban el culto a alguna deidad de los Viejos Abuelos, ellos mandaban destruirla y ahí hacían que los indígenas construyeran grandes templos cristianos. Es el caso de Etla.


Los dominicos se establecieron en Etla y su templo y exconvento tienen todo el estilo. Muy parecido al de Yanhuitlán su patio interior nos recuerda también a Cuilapan y un poco a Santo Domingo en Oaxaca.    

 
Con su clásica fuente en el centro y sus dos pisos, el patio del exconvento nos inspira esa quietud y esa sobriedad de la que se alimenta el espíritu.


Estas magnificas obras arquitectónicas representaron un gran esfuerzo de los pueblos indígenas, pues en su calidad de vencidos y esclavos, tuvieron que hacer estos monumentales trabajos a manera de tributo durante toda la época colonial; poniendo, no sólo la mano de obra y su correspondiente alimentación, sino en muchos casos los materiales de la región, como la piedra, arena, madera, cal, etc.


En el exconvento se conservan algunos frescos originales y dos esculturas, una dedicada a san Pedro Mártir. Caminar por sus corredores, cruzar los arcos de sus puertas, respirar ese aire de tranquilidad, paz y armonía que inspiran estos recintos, invitan al espíritu a la reflexión y a la interiorización.


Existe en la fachada un corredor con unos bellos arcos, que en su tempo se supone fue un lugar para pernoctar de los caminantes. La extensión del predio del templo y el exconvento es muy amplio. A sus pies de encuentra, hacia la parte sur, el mercado de Etla con una construcción que data del siglo XIX.


La fachada del templo es muy austera, lo mismo que su interior, que ha sufrido grandes transformaciones y que ya no posee sus retablos originales. Sin embargo, la magnificencia de la obra, sobrecoge al espíritu y nos invita a reflexionar sobre la importancia que ha tenido el desarrollo espiritual de los seres humanos, en este caso a través de la religión católica, pero siete mil quinientos años atrás, nuestros Viejos Abuelos nos dejan impresionantes testimonios de su preocupación por el mismo objetivo, trascender la existencia espiritual del plano material de la vida.


La vista obligada a la Villa de Etla nos invita a comer en su mercado, disfrutar el conjunto arquitectónico de su templo y exconvento, así como algunas de las construcciones civiles que están en el primer cuadro. Su calidad y trabajo en la piedra de estas fachadas, nos hablan del esplendor que un día tuvo esta comunidad y de la importancia que hasta la fecha mantienen en cuanto a proveer de alimento a los de más pueblos de los Valles de Oaxaca.


Indiscutiblemente el lugar que ahora ocupa el templo y exconvento de Etla, fue a lo largo de muchos años, un lugar de culto para los pueblos indígenas. A partir de la colonización española y el mestizaje, aunque cambió el culto, el lugar sigue siendo un espacio para exaltar la fuerza espiritual de los individuos.


Pues el espíritu humano tiene muchas formas de expresar su grandeza. La evangelización cristiana, fue la consecuencia de miles de años de devoción religiosa y mística de los Antiguos Mexicanos, y hoy representa con la familia y la cultura popular, los cimientos más sólidos de nuestra cultura y nuestra identidad.